Hola me encontré este viejo artículo que escribí para la época de la muerte de Gabo y quiero compartirlo de nuevo con usted.
*Autor. José Carlos Molina B
En los días de Semana Santa que nos preparábamos
para el descanso merecido de días y noches de intenso trabajo del mundo
jurídico, recibimos la dolorosa noticia de la muerte de dos hombres
inolvidables en el Caribe: Gabriel García Márquez y Cheo Feliciano.
Se ha habló y escribió tanto en
esos días de esos dos ilustres caballeros, pero sobre todo de nuestro
nobel, el gran Gabo, como era conocido García Márquez. Hoy quiero
compartir con ustedes, un episodio del día en que los colombianos nos
sentimos más orgullosos y universales que nunca, el día de la entrega del nobel
de literatura de ese año de 1982.
Nuestro Gabo con la irreverencia propia del hombre
del Caribe, rompió el rígido protocolo del frac y se
vistió con un hermoso liqui - liqui, prenda
típica de los llanos colombo venezolano y lo acompañaron además
juglares vallenatos, rodeado de acordeones, cajas,
guacharacas, cumbiamberas y rosas amarillas.
Pero quiero resaltar un episodio que a mi juicio la
gran prensa universal restó importancia. Me refiero no simplemente a la
belleza poética, ni a la lírica maravillosa del discurso, sino a la
denuncia realista y mágica de la soledad latinoamericana que solo un hombre
como él, era capaz de realizar en una ceremonia como esa. El genial escritor
repasó las historias sociopolíticas que en cierto modo explicaban la
literatura de América.
Denunció al mundo entero que América Latina,
esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad
sin fin se confunde con la leyenda, no había tenido un instante de sosiego
desde que Europa piso estas tierras. Habló de las guerras, de los dictadores,
de los muertos, de los desaparecidos, de los exiliados; expresó con su Realismo
Mágico: “La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo
contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada
vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si
tratara de vernos en su propio pasado”.
Y dijo eso, reclamando de los grandes líderes
universales, que luchaban en Europa por la construcción de
una patria grande (Lo que después se convirtió en la comunidad económica
europea), más humana y más justa; que América, necesitaba la
solidaridad con nuestros sueños, y que se requerían de actos de respaldo
legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el
reparto del mundo.
Recuerdo con nostalgia aquel maravilloso discurso,
porque esos reclamos legítimos del Nobel, aún siguen vigente; encontramos hoy
que la Unión Europea se disputa con Estados Unidos (a pesar de sus crisis
económica), el poderío mundial.
Nuestro Gabo, realizó dos preguntas que aún
hoy tienen plena vigencia: ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin
reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en
nuestras tentativas tan difíciles de cambio social?
¿Por qué pensar que la justicia social que
los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también
un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes?
El mismo nobel se respondió esos interrogantes a
renglón seguido: “No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia
son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una
confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y
pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que
olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro
destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es,
amigos, el tamaño de nuestra soledad”.
En ese discurso retrató de cuerpo entero a
nuestra América Latina, ese reclamo a más de uno le pareció impertinente y
prefirieron invisibilizarlo para contribuir a otros cien años de
soledad.
Maicao La Guajira, 20/04/2014.
*JOSÉ CARLOS
MOLINA BECERRA
Abogado y docente Universidad de La Guajira, en
Colombia.
Presidente del Colegio de Abogados de Maicao La
Guajira
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